-EL ASALTO: consistía en el ataque
directo a la fortaleza. El atacante sabía que tendría un
buen número de bajas, dada la posición favorable de los defensores. El
primer objetivo era llegar a pie de muro. Esto suponía atravesar una
zona de campo abierto expuestos al lanzamiento de piedras, saetas,
jabalinas… desde el castillo. Se intentaba dar un ‘fuego de cobertura’ a
los asaltantes con ballesteros y arqueros lanzando saetas a los
defensores, y también con el lanzamiento de grandes rocas con catapultas
y engeños (máquinas) semejantes. Una vez a pie de muro (y salvado el
foso con pasarelas móviles) se estaba a salvo del ángulo de tiro desde
las aspilleras. No así desde matacanes y torres albarranas, desde donde
se seguía sufriendo el lanzamiento de proyectiles y además, de otras
defensas como aceite hirviendo o estopa prendida. Tocaba entonces izar
las escalas, fijarlas a la parte superior de la muralla mediante
ganchos, y subir por ella, tarea no menos arriesgada, porque se estaba
expuesto al lanzamiento de todo tipo de objetos desde las murallas.
Hasta la llegada de la artillería,
lanzar proyectiles, como grandes piedras, contra las murallas para abrir
huecos era poco eficaz. El grosor de las murallas las hacía poco
vulnerables a este ataque. Cabían tres alternativas (además de la ya
citada de las escalas): torres de asedio, arietes y minas. En el primer
caso, había que construir torres de, al menos, la altura de las
murallas, dotadas de ruedas, y aproximarlas al muro para que los
atacantes accediesen al adarve. Era tarea muy peligrosa: los defensores
lanzaban piedras con pequeñas catapultas izadas a las torres, así como
saetas incendiarias y podían causar muchas bajas. En segundo lugar, el
ariete atacaba la parte más débil de la muralla: la puerta. Se protegían
con tejadillos ya que quienes lo manejaban iban expuestos al
lanzamiento de proyectiles desde arriba. Llegados a la puerta,
normalmente muy reforzada, había que golpear una y otra vez hasta que
cediese, y entonces el atacante podía encontrarse con que esta puerta
daba a un corto pasadizo y otra puerta igual de sólida y entre ambas
había buhederas para acosarles. Por último, la mina consistía en abrir
túneles bajo una parte del muro y provocar su derrumbe. Era una labor
lenta, expuesta a que los túneles se derrumbasen y matasen a los
atacantes o que los defensores hiciesen un ‘contratúnel’ para reforzar
el muro o para provocar que el túnel de los atacantes se viniese abajo.
En general, el asalto directo se usaba
poco, si no era en condiciones de muchas superioridad, y provocaba
muchísimas muertes entre los atacantes.
-EL ASEDIO consistía en rodear el
castillo y rendir a los defensores por hambre y sed. También suponía
contar con más soldados que el defensor, para evitar el riesgo de un
contraataque desde dentro. El ejército atacante se colocaba alrededor
del castillo con el fin de impedir cualquier salida y bloquear posibles
socorros desde el exterior. Muchas veces incluso se levantaba un muro
rodeando el castillo para garantizar que nadie salía o entraba. A lo
largo del asedio, que podía durar meses e incluso años, se mantenía la
presión sobre los defensores con asaltos y con el lanzamiento continuado
de grandes piedras al interior de la fortaleza. También se intentaba
debilitarles provocando enfermedades al lanzar con las catapultas
cadáveres de animales o de personas. Una cuestión fundamental en el
asedio era la planificación. Se trataba de rendir al defensor por hambre
y sed, pero el ejército atacante, muy numeroso, también tenía que
garantizar que tenía alimentos suficientes para permanecer meses
acampado. Esto no siempre era fácil, puesto que los campesinos, cuando
preveían que una fortaleza iba a ser asediada, escondían cosechas y
desplazaban el ganado para evitar que las tropas se lo requisasen.
Otro problema para los atacantes lo constituía el hecho de que los
defensores pudiesen contar con ayuda desde el exterior. El sistema de
castillos, a distancia fija unos de otros y con posibilidad de
comunicarse por señales de grandes espejos u hogueras, suponía que la
guarnición de una fortaleza cercana podía acudir a auxiliar a los
sitiados y romper el cerco. Por ello, muchas veces se optaba por tomar
las fortalezas menos resistentes del entorno y dejar aislada a la
principal, de manera que no pudiera recibir ayuda cuando era sitiada.Durante el sitio se negociaba con frecuencia la rendición. Eran tensas partidas en las que había que engañar al otro sobre la capacidad de resistencia. En muchos casos el asedio se solventaba con la garantía para los defensores de que no sufrían represalias. Si la negociación no prosperaba y se recurría al asalto final cuando los defensores estuviesen en su mayoría o muertos o muy debilitados, lo más seguro es que los que sobreviviesen fueran ejecutados.
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